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lunes, 5 de abril de 2010

VIVE TU VIDA

HABLEMOS DE TU VIVIR COTIDIANO

Escúchame: Tú no tienes más que una vida. Haz de ella algo grande, algo magnífico. ¿Cuántos años tienes? Tal vez ya has recorrido la cuarta parte de tu existencia, o quizá la mitad, sin pena ni gloria. Ni fu ni fa. No has sabido qué hacer con tu vida. Te has dejado vivir, en vez de, tú mismo, vivir tu vida. Ya es tiempo de que la tomes en tus manos y la modeles, como un escultor cincela una estatua para convertir la piedra en obra maestra. Ya desperdiciaste muchos años. No pierdas ni un minuto más.

Me preguntas ¿qué debes hacer? Permíteme entonces que hagamos primero un gran rodeo. Hablemos de filosofía. Es difícil. Ponte inteligente.

Entre las múltiples actividades que realiza la humanidad, hay muchas que son comunes con las de los animales: alimentarse, reproducirse, dormir, jugar, etcétera. Pero hay otras privativas del hombre. Estas son las peculiarmente humanas: Sólo el hombre hace ciencia. Yo no he visto a ningún hipopótamo ponerse a calcular la raíz cuadrada de una cifra. Sólo el hombre crea obras de arte. ¿Dónde hay un mural pintado por una jirafa? Sólo el hombre establece reglas morales y se dicta códigos de leyes. ¿Tú sabes de algún animalito que haya dado un Decálogo a sus compañeros? Sólo el hombre hace religión. ¿Habrá algún tigre, oso o pulga que adore a los dioses?

El camino de los cuatro
esplendores


Arte, ciencia, moral, religión, eso que llamamos “cultura”, es lo verdaderamente humano. Seremos hombres en la medida en que seamos cultos. Dejaremos de ser brutos y bestias según hayamos ascendido – más o menos – por esos senderos del arte, la ciencia, la moral y la religión.

No nacemos hombres. Nos hacemos hombres. Cuando nos dieron a luz, éramos unos animalillos bonísimos y preciosos, pero animalillos. Nuestra tarea en el mundo es convertirnos en personas humanas. Es metamorfosearnos cambiándonos de bichos a hombres. (Y de hombres a dioses.)

La educación consiste nada más que en esa transformación: en que se realice el tránsito de lo animal a lo humano. Enseñar al niño el oficio de hombre, eso es todo… O acicatearnos a nosotros mismos, auto-educándonos, para alcanzar el dicho nivel superior.

No queremos decir con ello que se niegue la naturaleza animal que poseemos. No podríamos hacer cultura si no comiéramos, durmiéramos, etcétera. Sólo que estas actividades representan apenas una mera condición para que podamos existir: no son valiosas de por sí. Hay que cumplir con las urgencias biológicas únicamente como medio para realizarnos como humanos. Así, el hombre, al igual que el animal, debe cuidar su salud; y para ello establece hospitales. Prevé sus necesidades alimenticias –como la hormiga o la ardilla– y crea un complicado sistema económico. A semejanza de las bestezuelas, se reproduce y busca diversos placeres, aunque muy elaborados. “Salud, dinero y amor”, como dice una canción sudamericana. No decimos “amor” porque el amor pertenece a la moral; mejor “placer”.

De tales actividades –las referentes a la salud, la economía y el placer– debemos reconocer que ya no son enteramente animales, porque ha intervenido la racionalidad humana, ya que el hombre, en cualquiera de sus actos, se pone todo él entero. Más las finalidades que se persiguen con ellas son las mismas que desearían un leopardo, un cerdo o una chinche; las llamaremos, pues, valores animales. Así es que abajo pondremos “salud, economía y placer”, representando el aspecto animal del hombre. Arriba, también tres cosas: “arte, ciencia, moral”, como lo típicamente racional y humano. (Prescindiremos por lo pronto de la religión.) ¿Ya anotaste esta lista de los 6 bienes culturales? Abajo estará lo material; arriba, lo espiritual. Abajo está la naturaleza; arriba, la cultura.

Hechizo en blanco y negro

Ocupémonos de la cultura, pues ella será el mundo donde hayas de vivir, si quieres hacer de tu existencia algo realmente grande. Si te quedaras abajo, si sólo aspiraras a estar muy sanito y rozagante, a poseer casa, coche último modelo y villa en Acapulco; a darte sólo a la “dolce vita”, la pasarías muy bien, como la vaca sanota de ubres hinchadas que come ante un pesebre rebosante de alfalfa y goza con su toro. La pasarías muy bien, pero serías vaca. No valdrías nada.

No amigos: hay que ser animal, ¡claro está!, pero no sólo animal.

Pensemos, pues, un poco en la cultura, en tus metas como ser humano. Para que avances en el camino del arte, asiste al teatro, a las exposiciones plásticas, a los conciertos, al ballet; lee poesía y novelas de calidad. Al principio te aburrirá todo esto. Tardarás en gustarlo; pero al final, te fascinará. Es cosa de familiarizarse. Que no pase un día sin que hayas gustado de algo artístico: al menos hojear un libro de pintura o escuchar buena música en la radio. Mientras estás entregado al arte, en esos momentos eres humano, te hallas a mil leguas del animal.

Para despertarte la afición por las ciencias deja en tu mesa de noche algunos libros de psicología, historia, física popular, biología, filosofía, astronomía, y, según estés de humor, escoge cada noche, para leer sólo un capítulo antes de dormir. ¡Verás qué embrujador es ese mundo!

Quizá creas que la moral es la parte más fastidiosa de la cultura, ¡pues nos prohíbe tantas cosas! Te aconsejo que no veas la ética como una lista de impedimentos, sino como lo que es verdaderamente: una invitación a realizarte en plenitud. La moral, cuando dice: “No matarás”, significa algo positivo: “Fomenta la vida”. La orden de “No mentirás” es: “Busca la verdad”. Y así las otras leyes. Todas son positivas. Y sus cuatro virtudes: Prudencia, Justicia, Fortaleza (valentía) y Templanza, son también fuerzas para la acción, no obstáculos para ella. La moral nunca es cadena que ata, sino estímulo que hace más fecunda la existencia. Dime si no te encantaría ser valiente y no tener miedo a nada ni a nadie; ser veraz contigo mismo, no mentirte nunca y, por lo tanto, estar libre de la neurastenia; ayudar a los huérfanos, enfermos, necesitados, ignorantes y delincuentes; y ver que con tu labor las cosas han mejorado, y allí donde antes había sufrimiento está hoy la alegría, por tu causa; allí donde había ignorancia, hay ciencia; allí donde había miseria, hay pan; allí donde había crimen, hay amor y bien.

Sólo peca de verdad quien no ama

Todo el conjunto de leyes morales se resume en una sola palabra: ¡Amor! Amor a ti, al prójimo y a Dios. Haz diariamente actos positivos y reales de amor por ti, por alguien, por tu Creador. Cada día más, hasta que tú entero no seas sino amor. ¿Así sí te gusta la moral? Cualquier pecado consiste nada más en que se faltó al mandamiento del amor; y es más o menos grave en la medida en que se agredió al amor. El evangelio y lo verás. Por eso cuando alguien le pregunta a Cristo: “¿Quién será el mayor en el reino de los cielos?”. El responde: “Aquel que tenga mayor caridad (amor), sea quien fuere”. Quítate, pues, todo sentimiento de rencor, de odio y aun de indiferencia para el prójimo. Lávate de desamor todas las noches antes de dormir.

Nunca te entregues al sueño con el corazón habitado por el mal de los males: la inquina. Y aprende a quererte, a estimarte, a desear para ti lo mejor, o sea tu realización fecunda en obras magníficas. Ama a tu Dios. Cuéntale tus miserias y también tus proyectos. Que vaya a tu lado, como un amigo, en todos tus paseos y trabajos. La moral, vista como amor, ¿no resulta sumamente atractiva?

Nunca pases de largo ante una necesidad ajena como lo hicieron muchos en la parábola del Buen Samaritano, diciendo: “No me concierne” ¡Sí que te concierne! Nunca digas “no” al generoso impulso. ¡Jamás!

Los tres caminos y su drama

Arte, ciencia, moral, son los tres senderos que te hacen salir de tu naturaleza animal y te conducen más allá de la tierra material, por los ámbitos celestes del espíritu.

¿Adónde van esos tres caminos? Digamos que a tres estrellas. El arte apunta hacia la Belleza; la ciencia hacia la Verdad; la moral hacia el Bien. Al Bien, la Verdad y la Belleza se les denomina VALORES, porque son lo valioso por excelencia. Los valores, pues, constituyen la meta final de los afanes del hombre. Son los objetivos últimos.

Pero ahora quiero descubrirte el drama de la cultura. Escúchame: Jamás de los jamases la humanidad llegará hasta los valores. Camina hacia ellos por los senderos sin polvo que son el arte, la ciencia, la moral; pero la realización plena de la Belleza, la Verdad y el Bien es absolutamente imposible.

El artista, así sea un Miguel Ángel, consigue captar apenas un destello pequeñito de la Belleza perfecta. La ciencia, cada vez que da solución a un problema, se encuentra con que esa misma solución le plantea 3, 4, 10 problemas nuevos; así que mientras más avanza el saber, más se reconoce la infinidad de lo que ignoramos y, por lo tanto, jamás se alcanzará la Verdad total. Los mismísimo le ocurre a la moral. Mientras más buena es la persona, más conciencia tiene de sus defectos, de todo lo que le falta para ser realmente buena, y el santo llega al colmo al decir que no es sino una porquería, el peor de los pecadores. En fin, que el hombre culto camina sin tregua hacia aquellos luceros altísimos que son los valores, pero, ¡ay!, sin esperanza de alcanzarlos.

La cultura sólo marcha hacia Dios

¿Sabes por qué? Bueno. Dime a qué te suena: “Bien infinito, Verdad total, Belleza perfecta”. ¡A la definición de Dios!, ¿no es así? Por tanto, nunca llegaremos a ser Él. Jamás alcanzaremos los valores, porque los valores son Dios mismo. Pero caminando por las sendas infinitas del arte, el saber y la moral, nos acercaremos un poquito, y vale la pena vivir para anhelar lo Absoluto. Yo definiría la cultura como nostalgia de Dios.

Ahora mira: si la cultura es un camino que no llega, en cambio la religión sí llega a Dios, ¡y sin camino!, directamente. El hombre de veras religioso, el místico, es por lo tanto el más realizado de los hombres. Alcanzó el objetivo que los demás no habían logrado. Este es precisamente el tema de una obra de teatro que escribí. Simbolizo en Caín a la cultura. Sus hijos representan salud, dinero, placer, ciencia, arte, y se quejan ante su padre de que andan errantes por los senderos de la cultura, cada uno por el suyo, y se han llenado de desesperación porque no llegarán nunca a la meta. En contraste con Caín, su hermano Set, que simboliza la mística, halló la plenitud. Por eso este personaje insiste a los cainistas en que su supremo destino sea el éxtasis religioso.

De manera que todavía hay algo superior a la cultura: la religión. Hazla tuya, porque sin ella siempre serás una persona mutilada a quien le falta lo principal. Sólo hallarás tu plena maduración más arriba aún que los cielos humanos, más allá de este firmamento: en los ámbitos del Eterno.

En resumen: los tres afanes animales son: salud, dinero y placer. Los bienes culturales humanos: arte, ciencia y moral. El valor supremo; el religioso. Ya está completa la lista.

Nacemos animales… Mediante la cultura nos tornamos en hombres. Por la religión nos convertimos en superhombres, en dioses.

Dime qué prefieres y te diré quién eres.

¿Cuánto vales? Pues mídete en esa lista y ve hasta dónde llega tu estatura. No te desanimes. Dentro de un año vuelve a medirte: habrás crecido, si es que te amas y quieres para ti lo mejor. No abjures de tu animalidad, pero crece cada día más hacia lo humano. Y ni allí te detengas. No te conformes con sólo eso. Atrévete a llegar a lo divino.

Empero, no tomes los valores como pesada tarea. Mejor ámalos. Apasiónate por todas las formas del Bien, la Belleza, la Verdad y todavía más, por Dios mismo.

¿No tienes tiempo? Es que vives para trabajar y sólo se debe trabajar para vivir. Hay cosas mucho más importante que hacer. Así que pon límite a tus ambiciones materiales y reduce tus necesidades al mínimo. Entonces trabajarás menos y dispondrás de un precioso tiempo libre: del divino ocio cultural. Sólo así te realizarás en lo humano y lo divino.

Con todo lo dicho de los valores, ya puedes planear tu existencia a lo grande. Sal de ese vivir oscuro del que te sientes tan satisfecho de ti mismo. ¿Por qué no hacer de tu existencia una obra maestra, si sólo se vive una vez? Ámate. Y empieza hoy mismo.

3 comentarios:

Unknown dijo...

¿Me pueden hacer favor de decir quién es el autor?

Unknown dijo...

Emma Godoy

Anónimo dijo...

El libro se llama Vive tu vida y se un genio.