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viernes, 28 de agosto de 2009

ALTERNATIVA




































----------Las alternativas a la guerra

Análisis por:
-------- SABINA BERMAN

Alarman las palabras del secretario de Gobernación dichas al Washington Post y publicadas el 28 de julio: "Nadie nos ha dicho qué alternativa tenemos (a la guerra frontal contra el narco)". Alarman porque delatan que este gobierno llama a los ciudadanos mexicanos así: nadie.

De cierto, desde el lanzamiento de la guerra muchos nadies han advertido en México sobre la peligrosidad de esa estrategia demasiado simple, y en la medida en que la guerra no ha sido ganada y ha causado más y más destrozos y muertes, los nadies han ido aumentando hasta ser legión.

Todavía más, entre tantos y tantos nadies, los nadies llamados periodistas y comentaristas y expertos (expertos reconocidos en narcotráfico, ingestión de drogas, secuestro y violencia), incluso algunos nadies que son gobernadores o exsecretarios de Estado, han ido ofreciendo trabajos de investigación y de análisis para argumentar una solución más compleja y más prometedora que la guerra frontal.

¿Qué tenemos que hacer los nadies de México para que el secretario de Gobernación se distraiga de sus estrechas juntas y atienda la conversación pública y democrática que pide un alto a la barbarie de la guerra?

Para el lector, retomo las mejores alternativas que este debate ha incluido. Cada una de ellas es una alternativa que aprovecha la ventaja del Estado para em¬plear herramientas pacíficas, potentes y de alcance nacional, herramientas de las que el crimen carece, y ninguna alterna¬tiva pretende ser por sí sola un sustituto a la guerra frontal, aunque combinadas todas ellas en una estrategia amplia bien podrían sustituir a la guerra, o al menos preparar al país para una guerra contra el crimen que sí pueda ganarse, sin des¬truir antes al país.

1. El congelamiento de las redes financieras del narco.

El motor del narco son sus ganancias exorbitantes. Sólo esas ganancias explican que una actividad donde la vida se arriesga cada día pueda contar con una reserva de empleados prácticamente interminable, así como sólo esas ganancias explican que el poderío balístico y de inteligencia del crimen organizado sea equivalente, y por mo¬mentos superior, al del Ejército Mexicano.

2. La suspensión del ingreso de armas por la frontera norte.

Esta petición fue hecha hace dos años por la gobernadora de Zacatecas, Amalia García, y su razón es evidente: Es en Estados Unidos donde el crimen organizado compra sus armas. Para lograr esta suspensión, se requeriría la cooperación del país vecino para la creación de aduanas con cero tolerancia.

3. La creación masiva de nuevas cosechas y nuevos empleos.

Allá donde el narco engancha a campesinos paupérrimos para sus cultivos y a jóvenes desesperanzadamente desempleados para convertirlos en sus sicarios rasos, la carne de cañón de sus organizaciones.

En Sicilia esta táctica costó al gobierno subsidios millonarios, pero encaminó a una generación hacia el trabajo legal.

4. La legalización de la mariguana.

Como lo reiteraron los expertos en el foro realizado en el Congreso el mes de abril de este año, el comercio con el cannabis sigue siendo la mayor fuente de ingresos del narco mexicano. Un ingreso que según el especialista Luis Astorga supera a lo que el narco recibe "por la combinación de cocaína, heroína y metanfetaminas". Por ello, la discusión de su legalización, dadas nuestras circunstancias, debiera alejarse de lo moral y asentarse en un terreno práctico. Arrancar a la mariguana de la clandestinidad despojaría de golpe al narco de una fuente importante de recursos. Francamente es obsceno comparar el daño que fumar mariguana puede provocar a la larga en la población con el daño brutal e indiscutible que provoca el narco al asesinar, secuestrar, extorsionar y robar.

5. La limpia de las policías.

Es una evidencia que las policías han sido la bisagra entre el crimen organizado y el Estado mexicano. En el pasado, las policías mandaban en el crimen organizado, pero con el debilitamiento del Estado ahora sucede lo inverso: los policías son mandados por el crimen. A decir del secretario de Seguridad Pública del sexenio foxista, Alejandro Gertz Manero, desde hace décadas la mitad de los policías están o han estado en las nóminas del crimen. A decir de Isabel Miranda de Wallace, experta en secuestros, no ha existido un secuestro en México en los últimos cinco años en que no haya participado al menos un policía.

De esa certeza se desprendió la decisión del presidente Calderón de enfrentar con el Ejército al narco. Pero de esa certeza debieran desprenderse también otras dos decisiones lógicas. Las policías, que ahora operan como una quinta columna en la lucha contra el narco, debieran ser apartadas totalmente de esa lucha y expurgadas gradual pero sistemáticamente. Y el Ejército no debiera ser expuesto a la misma corrupción por tiempos tan largos como los tres años que lleva esta guerra.

6. La claridad de una meta predeterminada.

¿Cuál es la meta de esta guerra: aniquilar físicamente a todos los criminales del país; o sólo acotar sus territorios; o sólo acotar sus crímenes; interrumpir todo tráfico de drogas o erradicar los crímenes más terribles, como el secuestro, la extorsión y el robo? ¿Qué va primero y qué va después: qué metas son urgentes y qué metas son postergables? ¿Cuáles son realizables y cuáles no?

Estamos en una guerra que carece de metas claras, conocidas y jerarquizadas, y eso impide un embate del Estado jerarquizado, así como un final previsible y próximo. Además, definir una meta para esta guerra haría posible una última alternativa. Es decir, una alternativa que sólo vendría a cuento ante un narco ya debilitado.

7. La disposición para negociar con el enemigo.

Es decir, la disposición de canjear la paz por amnistías, reducciones de sentencias, exilios. Incluso canjear la tolerancia del tránsito de la droga al extranjero a cambio de la desaparición de los secuestros, la extorsión y el robo a los mexicanos.

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"Si la fuerza de las armas es considerada la única vía de la autoridad, algo está errado: o bien la autoridad no conoce sus instrumentos o bien no los tiene y entonces no es ya la autoridad". La frase data del siglo V A. C., y es de Lao Tsu. •

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