I.
ORACIÓN POR CURACIÓN FÍSICA
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Se sugiere que esta oración se lleve a
cabo en un lugar solitario, apartado de toda distracción, teniendo la fe que
el Señor nos escucha siempre que le hablamos. Recítese de manera lenta, en
voz alta, haciendo propia cada frase.
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Señor Jesús,
creo que estás vivo y resucitado.
Creo que estás realmente presente
en el Santísimo Sacramento del altar
y en cada uno
de los que en ti creemos.
Te alabo y te adoro.
Te doy gracias. Señor,
por venir hasta mi
como pan vivo bajado del cielo.
Tú eres la plenitud de la vida.
Tú eres la resurrección y la vida
Tú eres, Señor,
la salud de los enfermos.
Hoy quiero presentarte
todas mis enfermedades
porque tú eres el mismo ayer,
hoy y siempre
y tú mismo me alcanzas
hasta donde estoy.
Tú eres el eterno presente
y tú me conoces...
Ahora, Señor,
te pido que
tengas compasión de mi.
Visítame a través
de tu Evangelio
para que todos
reconozcan
que tú estás vivo
en tu Iglesia hoy;
y que se renueve
mi fe
y mi confianza en
ti;
te lo suplico,
Jesús.
Ten compasión
de mis
sufrimientos físicos,
de mis heridas
emocionales
de mi alma.
Ten compasión de mí, Señor.
Bendíceme y haz que vuelva a encontrar la
Salud.
Que mi fe crezca
Y me abra
a las maravillas de tu amor,
para que también sea testigo
de tu poder y de tu compasión.
Te lo pido,
Jesús,
por el poder de tus santas llagas,
por tu santa cruz y tu preciosa sangre.
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Sáname, Señor.
Sana mi cuerpo.
Sana mi corazón.
Sana mi alma.
Dame vida y vida
en abundancia.
Te lo pido por
intercesión
de María
Santísima, tu madre,
la Virgen de los
Dolores,
la que estaba
presente, de pie,
cerca de la cruz.
La que fue la
primera en contemplar
tus santas llagas
y que nos diste
por madre.
Tu nos has
revelado que ya has tomado sobre ti,
todas nuestras
dolencias
y por tus santas
llagas
hemos sido
curados.
Hoy, Señor,
te presento en fe
todas mis
enfermedades
y te pido
que me sanes
completamente.
Te pido,
por la gloria del
Padre del cielo,
que también sanes
a los enfermos
de mi familia
y mis amigos.
Haz que crezcan
en la fe,
en la esperanza,
y que reciban la
salud
para gloria de tu
nombre.
Para que tu Reino
siga
extendiéndose más y más
en los corazones,
a través de los
signos
y prodigios de tu
amor.
Todo esto te lo
pido, Jesús,
porque tú eres
Jesús,
tú eres el buen
pastor
y todos nosotros
ovejas de tu rebaño.
Estoy tan seguro
de tu amor,
que aun antes de
conocer
el resultado de
mi oración,
en fe, te digo;
Gracias Jesús,
por lo que tú vas
a hacer en mi
y en cada uno de
ellos.
Gracias por las
enfermedades
que tú estás
sanando ahora.
Gracias por los
que tú
estás visitando
con tu misericordia.
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II.
ORACIÓN POR CURACIÓN INTERIOR
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Se sugiere que esta oración se lleve a
cabo en un lugar solitario, apartado de toda distracción, teniendo la fe que
el Señor nos escucha siempre que le hablamos. Recítese de manera lenta, en
voz alta, haciendo propia cada frase.
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Padre de bondad. Padre de amor,
Te bendigo, te alabo y te doy gracias
Porque por amor nos diste a Jesús.
Gracias Padre,
porque a la luz del Espíritu
comprendemos que Jesús es la luz,
la verdad y el buen pastor,
que ha venido
para que tengamos vida
y la tengamos en abundancia.
Hoy, Padre, me quiero presentar
delante de ti, como tu hijo.
Tú me conoces por mi nombre.
Pon tus ojos de Padre amoroso
en mi vida.
Tú conoces mi corazón
y conoces las heridas de mi historia.
Tú conoces
todo lo que he querido hacer
y no he hecho.
Conoces también lo que hice
o me hicieron lastimándome.
Tú conoces mis limitaciones,
errores y mi pecado.
Conoces los traumas
y complejos de mi vida.
Hoy, Padre,
te pido
que por el amor que le tienes
a tu Hijo Jesucristo,
derrames tu Santo Espíritu sobre mi.
Para que el calor
de su amor sanador,
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penetre en lo más íntimo
de mi corazón.
Tú que sanas
los corazones destrozados
y vendas las heridas,
sáname aquí y ahora de mi alma,
mi mente, mi memoria
y todo mi interior.
Entra en mí, Señor Jesús,
como entraste en aquella casa
donde estaban tus discípulos
llenos de miedo.
Tú te apareciste en medio de ellos
Y les dijiste “paz a vosotros”.
Entra en mi corazón y dame tu paz.
Lléname de amor.
Sabemos que el amor
echa fuera el temor
Pasa por mi vida y sana mi corazón.
Sabemos, Señor Jesús,
que tú lo haces
siempre que te lo pedimos
y te lo estoy pidiendo con María,
mi madre,
la que estaba en las bodas de Caná
cuando no había vino
y tú respondiste a su deseo,
transformando el agua en vino.
Cambia mi corazón
y dame un corazón generoso,
un corazón afable,
un corazón bondadoso,
dame un corazón nuevo.
Haz brotar en mí
los frutos de tu presencia.
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Dame el fruto de tu Espíritu
que es amor, paz y alegría.
Haz que venga sobre mí
el Espíritu de las bienaventuranzas,
para que pueda saborear
y buscar a Dios cada día.
Viviendo sin complejos ni traumas
junto a los demás,
junto a mi familia,
junto a mis hermanos.
Te doy gracias, Padre,
por lo que estás haciendo hoy
en mi vida.
Te doy gracias de todo corazón
porque tú me sanas,
porque tú me liberas,
porque tú rompes las cadenas
y me das la libertad.
Gracias, Señor Jesús,
porque soy templo de tu Espíritu
y este templo no se puede destruir
porque es la Casa de Dios.
Te doy gracias, Espíritu Santo, por la
fe.
Gracias por el amor que has puesto en mi
corazón.
¡Qué grande eres, Señor Dios Trino y Uno!
¡Bendito y alabado seas, Señor!
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El Padre Emiliano Tardif es misionero del Sagrado Corazón; nació en Canadá y trabaja en República Dominicana desde hace 20 años.
Aquejado de tuberculosis pulmonar, fue sanado por el Señor en 1973, gracias a la oración de un grupo carismático. Desde entonces no ha dejado de ejercer su ministerio de predicación y de sanación en el mundo entero, para anunciar que Jesús está vivo, que es el Mesías y que sigue sanando en nuestros días tal y como lo hizo hace dos mil años.
El Padre Emiliano falleció el ocho de Junio del año 1999, siendo testimonio de vida y acompañado por el ministerio de evangelización, signos, prodigios y milagros.
1 comentario:
Bonita oración
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